Himno
¡Cuán dulce en los oídos del triste pecador,
la voz de Cristo suena, su amante Salvador!
“Ven alma trabajada, de penas y dolor,
descarga en Mí tus culpas,
tu angustia y tu temor”.
Coro:
Ven, sí, ven a Mí; ven, sí, ven a Mí;
alma atribulada, ven, sí, ven a Mí.
(Bis todo el coro)
¿Deseas un amigo eternamente fiel,
sostén en tus flaquezas, autor de todo bien?
Acude, pues, a Cristo, y en Él encontrarás
perdón, descanso y gozo, amor y dulce paz.
Sí, Cristo es el camino, la vida y la verdad,
único sacrificio que expía la maldad;
único sacerdote, y sólo mediador:
Cristo, sí, sólo Cristo, es nuestro Salvador.