Himno

¡Alma mía! Dios te llama
oh, no dejes de acudir!
Con su poderosa mano
el camino te ha de abrir.
Él ha roto la cadena,
ya de Egipto salvo estás;
libertado de la pena
con tu Dios caminarás.

El desierto está delante,
triste, seca soledad;
Mas de la celeste fuente
beberás en libertad.
Luz divina te rodea
y tus pasos guiará;
Tras la noche y la pelea,
hay la paz que durará.

¿Son de Egipto los placeres
para ti sólo ilusión?
El Señor de sus tesoros
saciará tu corazón.
Si el camino fuese largo,
sostendráte su virtud;
como el águila renueva
fuerzas de tu juventud.

Cuando al fin de tus desvelos
entres en tu posesión,
y ese amor allí celebres
en la celestial mansión,
quien allá te habrá guiado,
conocido te ha de ser;
de su amor bien comprobado
vas la gloria pronto a ver.

Demo

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