Himno

En tristeza y tempestades una luz se ve,
Es de Cristo la promesa,
“pronto volveré”.
En la luz, la paz, la gloria
del celeste hogar,
El me espera y apareja para mí lugar.

Largo tiempo me ha guiado
en el mundo aquí,
Mas ya veo la morada lista para mí;
Y El en medio de la gloria
no se olvidará
De mi nombre, pues grabado
en su mano está.

Ni la música del cielo es tan dulce son
Como las pisadas mías a su corazón;
Ni la gloria de los cielos se completará
Mientras que su amada esposa
aun ausente está.

¿Quién es este que a encontrarme
viene en grande amor,
Cual estrella de mañana,
de la luz albor?
Es aquel que en cruz cruenta
padeció una vez,
Aun en gloria le conozco,
pues El mismo es.

¡Cuán bendito es el encuentro
el desierto atrás,
Y el estar en la presencia
sin salir jamás.
El, en toda su hermosura,
yo, por su favor,
Compartiendo de su Padre
plenitud de amor.

Do el pecado no penetra,
con El estaré
Y en la santidad perfecta,
con El andaré,
Hecha compañera idónea
para el Salvador,
Y por siempre mostraráse
su inmenso amor.

El, que tuvo la tristeza
de la cruz atroz
Yo, que en el desierto oscuro
fui de Cristo en pos,
El placer común tendremos
en la gloria allí,
Yo al estar en su presencia,
y El al verme a mí.

Demo

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