Himno
Oí la voz de amor,
la sangre contemplé;
miré en la gloria a mi Señor
y paz con Dios hallé.
Mi paz es eternal;
no más seguro está
el trono estable, celestial,
del santo Jehová.
Fluctúa, sí, mi amor,
mi gozo viene y va.
La paz con Dios, mi Salvador,
jamás se mudará.
Varío yo, mas Él,
que en mi lugar murió,
es inmutable, y siempre fiel
a lo que prometió.
La tumba abierta ya
deshace mi pavor;
y mi confianza entera está
en Cristo, mi Señor.