Himno
¿Por qué lamentamos si marcha el hermano?
¿Por qué ante su tumba temblamos
de horror,
si todos creemos que vive su alma,
y Cristo la estrecha en sus brazos de amor?
¿No estamos nosotros viajando hacia arriba
también, y siguiendo del tiempo el volar?
Jamás anhelemos retraso en las horas
que al Dios bondadoso nos han de acercar.
Medrosos temblamos, llevando a la tumba
el cuerpo que yerto dejamos allí;
Mas hoy recordamos que Cristo, muriendo,
el triunfo ganó por nosotros aquí.
De todos los suyos bendijo el sepulcro,
y el lecho de todos su gracia ablandó.
Los cuerpos que mueren, ¿do harán
su descanso,
si no donde el mismo Jesús descansó?
De allí levantose, subiendo a los cielos,
y al hombre el camino dignose enseñar.
También al Señor subirán nuestros cuerpos
el día tremendo del gran despertar.
Resuene del ángel la aguda trompeta:
“Hermanos, el sueño letal sacudid,
Alzaos creyentes, que estáis bajo tierra,
¡Oh justos benditos, al cielo subid!”