Himno
Escuchad la voz de Cristo,
¡cuán dulce es!
¡Ved! los niños se congregan a sus pies.
Los pequeños abrazados pronto son,
y el Señor a todos da su bendición.
Los discípulos se oponen con tesón
a que traigan a los niños al Señor.
Se entristecen… mas al fin su corazón
se hace alegre; Cristo da su bendición.
Luego a los que siguen dice: “Estos van
a mi reino; allí por siempre brillarán.
No los impidáis, pues; antes id, llamad
a los niños. Aun a todos convidad”.
Todavía convidando Cristo está;
a los niños que le sirvan, busca ya.
Que digamos, pues, alegres: “Tuyo soy;
eres mi Señor, oh Cristo, desde hoy”.