Himno
De noche, al descender el sol,
los afligidos, oh Señor,
te rodearon en dolor
y Tú les diste curación.
También nosotros por la fe
nos acercamos, Cristo, a ti;
aunque tu rostro no se ve,
sabemos que Tú estás aquí.
Algunos tristes hay aquí,
en cuya vida hay amargor.
No amáronte, o si es que sí,
perdieron su primer amor.
Del mundo ven la vanidad
algunos que sus siervos son;
tristeza su amistad les da
y en ti no tienen salvación.
Del todo nadie sano está,
hay mal en todo corazón;
y los que te aman bien aun más
de su maldad conscientes son.
Tu mano tiene aún poder,
y te rogamos con fervor
(pues nuestro estado puedes ver)
que Tú nos sanes en tu amor.