Himno

Dios obra por senderos misteriosos
las maravillas que el mortal contempla.
Sus plantas se deslizan por los mares,
y atraviesa el espacio en la tormenta.

En el abismo de insondables minas,
con infalible y eternal destreza,
Atesora sus fúlgidos designios
y su soberana voluntad despliega.

Nuevo valor cobrad, medrosos santos;
esas oscuras nubes que os aterran
derramarán, de compasión profusas,
bendiciones sin fin al alma vuestra.

No juzguéis al Señor por los sentidos,
confiad en su gracia que es inmensa.
Pues tras de su indignado ceño esconde
plácida faz que el corazón serena.

Ciega incredulidad yerra el camino,
y su obra en vano adivinar intenta;
Dios es su propio intérprete, y al cabo
todo lo ha de explicar al que en él crea.

Demo

Compartir

Share on facebook
Share on twitter
Share on whatsapp
Share on email

Navegación

Temáticas

Subtemáticas