Himno
¡Oh, cuán gratas son las horas,
Cuando yo me acerco a Ti!
Desde el cielo do tu moras,
Padre, escúchame a mí.
Aún a mí, el más indigno
De tu celestial redil,
Ilumíname, benigno,
Y hazme siervo tuyo fiel.
Yo me gozo en tus bondades,
Y quisiera comprender
Tus secretos y verdades
Y en tu inmenso amor crecer.
Al entrar en la presencia
Del divino Redentor,
Gozaré de la herencia
Que me es dada por su amor.
Y al final en tus mansiones
Sin cesar te miraré;
Y del cielo de esplendores
Nunca más me apartaré.