Himno

En la luz de su presencia
quiere mi alma siempre estar,
¡Cuán preciosas las lecciones
las que aprendo de él allá!
No me turban las tristezas
ni me vence la aflicción;
pues, si ruge el enemigo,
busco abrigo en la oración.

Cuando mi alma desfallece,
al abrigo del Señor
se hallan aguas refrescantes
y una sombra del calor.
Y descansa al lado mío
el bendito Salvador;
expresar jamás podría
nuestra dulce comunión.

Pero esto sé, le digo
toda duda, todo afán.
¡Cuán paciente se demuestra!
¡Cuánto gozo a mi alma da!
Mas a veces me reprende;
no sería amigo fiel,
si Él nunca me dijera
de las faltas que en mí ve.

¿Conocer también quisieras
el secreto del Señor?
Ve debajo de sus alas
y tendrás tu galardón.
Y al salir de su presencia
con amor y gran solaz,
llevarás la imagen santa
del Maestro en tu faz.

Demo

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