Himno
Tengo un pastor divino,
nada me faltará,
A delicados pastos
siempre me llevará,
Confortará mi alma,
y guiado me veré,
Por senda de justicia,
en que por El iré.
Aunque camine en valle
de sombra y de dolor,
Del valle de la muerte,
nunca tendré temor,
Con su presencia santa,
sombra y dolor se irán,
Su vara y su cayado,
aliento me darán.
¡Oh Dios! en la presencia
del que me da aflicción,
Mesa pondrá surtida
de rica provisión,
En mi cabeza el óleo
de santo pusiste Tú,
Y de tu bien mi copa,
rebosa plenitud.
De tu misericordia
y de tu inmenso bien,
Al obtenerlos siempre,
recibiré sostén,
Y en la morada augusta
de mi Señor y mi Dios,
Al descansar, ferviente
te alabará mi voz.